Está cumpliendo la décimo séptima temporada en la élite, que es donde también han llegado a pitar su padre y su primo
Foto archivo: golsala.com
«Yo me metí en esto de pitar con sólo diecisiete años. Y aunque no esperaba llegar tan lejos, sí que es cierto que tenía grandes aspiraciones». Por vía de ser «constante y perseverante», pero sobre todo de afrontar cada partido «con la misma ilusión» que depositó en el primero, el granadino Nacho Peña se ha erigido en el feliz protagonista de un hito muy señalado para el fútbol sala de la ciudad. Y es que desde el pasado mes de octubre se trata del colegiado con mayor antigüedad en la Primera división española, que es donde está cumpliendo la décimo séptima campaña consecutiva desde que debutase en la 2000/01. Sin lugar a dudas, todo un logro en la denominada mejor Liga del mundo que se desencadenó tras la retirada del vallisoletano Fernando Gutiérrez Lumbreras. Pero que sobre todo evidenció que se trata del último gran receptor de un gen por el que heredó las artes del arbitraje. Por el que se ha transformado en el referente de una familia de alto linaje deportivo que con anterioridad, o casi al mismo par, hizo sonar en el plano nacional su primer apellido. Y es que tanto su padre, Pepe, como su primo, Francis, también ejercieron como jueces de la contienda en la categoría reina, aunque el primero en esa etapa previa a la actual en la que existía división por grupos.
Orgullo y satisfacción
Nacho Peña tiene ahora cuarenta y tres años. Y considera «todo un orgullo, una gran satisfacción» tratarse del árbitro con mayor recorrido en la élite porque «lo importante no es llegar, sino mantenerse». Demostrar con periodicidad que «puedes seguir rindiendo a un buen nivel» en base a lo que considera clave: «mostrar la misma ilusión que con la que empiezas».
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Fuente: Ideal.es
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