Este sábado pasado uno de ellos colgaba las botas en el campeonato de liga de Primera División. Carlos Velasco Carballo se despedía como árbitro de primera división desde que el 11 de noviembre de 2004 debutara en el Camp Nou.
Me siento un privilegiado por haber estado a su lado, como al lado de muchos otros desde que empezaron arbitrando en categorías de aficionados y haber podido acompañarles en sus éxitos así como de sus decepciones.
Cuando un gran futbolista se retira, el reconocimiento de aficionados, jugadores y medios de comunicación suele ser muy visible. Sin embargo, en el caso de un colegiado esto no suele ocurrir.
El mayor regalo para un árbitro suele ser pasar inadvertido. Su invisibilidad es señal de que todo ha ido bien. Su objetivo es “el error cero”. Tan solo se hacen visibles cuando aparecen sus errores.
Muchos aficionados caen en el error de criticar a los árbitros por su desconocimiento del reglamento y del fútbol. Sin embargo cometen una grave equivocación. Un árbitro cuando llega a 1ª división ha disputado como mínimo tres veces más partidos que un futbolista. Algo deben de saber de este deporte.
Hay que ser muy valiente para dedicar más de 25 años de tu vida a una profesión en la que el reconocimiento es escaso y el respeto por tu trabajo brilla por su ausencia en la mayoría de las ocasiones. Ese tipo de valentía merecen mi más profunda admiración.
No olvidemos que los árbitros son tan buenos como los jugadores en las categorías en las que arbitran. Cada uno está en el nivel deportivo que merece. El tiempo es un juez bastante certero en estos casos.
Un árbitro internacional, como es el caso de Carlos Velasco, es un deportista de élite que vive por y para su profesión a la que ama con locura. La dedicación dentro y fuera de un terreno de juego, sus cualidades trabajadas sistemáticamente y entrenadas sin atajos les permite tener la posibilidad de llegar a la élite en su deporte.
Carlos se retirará cuando finalice la Eurocopa de Francia después de haber competido en dos Campeonatos Europeos y una Copa del Mundo. No muchos futbolistas de élite pueden alardear de este curriculum. Se retirará en la cima de su profesión, por todo lo alto, como merece un profesional de su categoría.
Una de las cosas que más me han gustado siempre de Carlos es el valor profundo que le otorga al equipo. En una de nuestras conversaciones me recordaba que él no arbitra un partido sino que lidera a un equipo de profesionales cuya misión es dirigir un encuentro de fútbol.
El fútbol moderno tiene una deuda pendiente con los árbitros que solo se saldará cuando realmente se apueste por los valores inherentes al deporte. No hay valor más importante en el deporte que el respeto autentico por el rival y por el árbitro. Y los valores se demuestran en las adversidades, en las situaciones injustas y que no favorecen las aspiraciones propias de un equipo.
Mi profundo agradecimiento a Carlos y a los miles de colegiados y colegiadas que dedican gran parte de su vida por competir al más alto nivel en un deporte donde nunca eres el bueno, sino que puedes optar a ser el menos malo de la película.
Fuente: www.alvaromerino.com
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