viernes, 8 de marzo de 2019

Raquel González Ruano: "Al principio parecía que era de otro planeta"

"A veces no soy consciente del granito de arena que estoy aportando", afirma la única árbitra de la Primera masculina de fútbol sala

Raquel González Ruano, durante un partido de la Eurocopa femenina. / rfef

«A veces no soy consciente del granito de arena que estoy aportando», afirma la única árbitra de la Primera masculina
Raquel González Ruano pararía el tiempo. La castellonense, cerca de cumplir 43 años, se verá obligada a colgar el silbato dentro de dos temporadas. Ya ha hecho historia, pero no se conforma. Pretende derribar más barreras. La única árbitra en la Primera División de fútbol sala masculino regresó hace unos días de Portugal, donde se celebró la Eurocopa Femenina. Es pionera, aunque sólo busca normalidad.


-Hace unas semanas se disputó la primera Eurocopa femenina. Hubo seis árbitras y usted fue la única española. ¿Orgullosa?

-Estuve en un momento histórico y es una motivación y una felicidad inmensa. Me siento muy orgullosa. Es una manera de demostrar que las chicas pueden hacer el deporte que quieran. El fútbol sala femenino siempre va un poquito a remolque de los chicos, pero estamos haciendo cositas. No hay que poner sexo al deporte. Es una pena porque mucha gente se ha quedado atrás. Además, a veces nuestros caminos se rompen por ser mamás. Pero la nueva generación va a venir mucho más fuerte.

 -¿Cómo le sienta ser pionera en el fútbol sala nacional?
-Ahora lo llevo con mucha normalidad, porque ya son siete años en Primera. A veces no soy consciente del granito de arena que estoy aportando al mundo del arbitraje. Tenemos que vernos como árbitros y ya está. Sea mujer u hombre.

-En 2012, se convirtió en la primera y única árbitra de la máxima categoría masculina en España. ¿Le sorprende que no haya aparecido ninguna más?
-No me sorprende. Me cabrea, porque te das cuenta de que te quedan dos años para terminar la carrera de arbitraje. Me da mucha tristeza no compartir con una chica este fantástico mundo y que se vuelva a eliminar esa normalidad que yo he creado. Ahora me ven como un arbitro más.

-¿Está obligada a retirarse dentro de dos años?
-En España, a los 45 años, cuelgas el silbato y se acaba esta aventura. Me duele porque ahora es cuando mejor y más cómoda me siento. En las pruebas físicas me encuentro cada vez mejor. Y pitando, es una tranquilidad. Estoy totalmente adaptada a cualquier tipo de partido. Ahora, cuando mejor estoy, tengo que colgar el silbato. Te da rabia y penita.

-¿Hay otras candidatas?
-No. Nada. Nunca he coincidido con ninguna mujer. Alguna chica ha ido a las pruebas para subir de categoría, pero no las ha pasado. En España, las pruebas son las más duras que hay. Cuando vamos fuera, se nota que estamos mejor preparadas.

-¿Recuerda su primer encuentro como árbitra?
-Eso no se olvida. Es como el primer beso (ríe). Fue un partido de Preferente y se pegaron los dos equipos, pero yo me planté en medio y empecé a sacar tarjetas hasta que mi compañero me dijo: «Raquel, finaliza el partido porque te has quedado sola». Llegué al vestuario y el corazón se me salía del sitio, pero dentro del campo no se nota. Pensé: «Esto es para mí».

-¿Y su debut en Primera?
-Fue un partido entre Santa Coloma y Burela. Fue bonito, aunque notas las diferencias y te tienes que acoplar. Fue muy emocionante.

-¿Siempre ha pitado a hombres?
-La mayoría de los partidos que he pitado son de hombres. Al principio, la gente se extrañaba. Parecía que era de otro planeta en vez de un humano. Decían: «¡Una mujer!». Y yo lo veía tan normal. Parecía que nunca habían visto una mujer.

-¿Ha sufrido agresiones?
-Agresiones verbales tienes en todos los sitios. Cada vez hay menos. La gente se va comportando más, pero en el fútbol hay bastante agresividad y la gente aprovecha a veces este deporte para soltar lo que quiera. Pero yo pienso que no me insultan a mi por ser mujer, sino porque van a por el árbitro y se desahogan contigo. Una vez me pegaron. Me pegó un jugador y hubo juicio. Me dio más ganas de luchar. Fue en una liga privada de fútbol sala. Eran mis principios. Las dificultades, en vez de tirarme hacia atrás, me han hecho más fuerte.

-¿En la élite, qué trato observa por parte de los jugadores?
-Noto mucho respeto. Yo siempre he pensado que antes de exigir algo tienes que ofrecer. Siento respeto, porque intento respetar a los jugadores. Es la ventaja de haber sido jugadora y entrenadora, ya que entiendo muchas situaciones. Intento ser cercana con los jugadores.

-¿Le han impactado las palabra de algún jugador o entrenador?
-Muchos entrenadores me han dicho: «Cada vez que te veo entrar en el pabellón, pienso que va a ser un partido justo». Y hay jugadores que me dicen: «Contigo se puede hablar y nos podemos acercar porque nos entiendes». Eso te gusta. Y más de la gente que pierde.

-¿Su entorno que le dice?
-Mi madre y mis hermanas han venido a verme. Mi madre me dice: «Yo veo que te insultan, pero te veo tan tranquila que no sufro por ti». Estoy bastante arropada. Tengo un trabajo que me facilita un montón poder compaginar este amor que siento por el mundo del arbitraje. Mi hermano es incapaz de venir a verme. Dice que no podría soportar que se metan conmigo.

-¿Qué objetivos le quedan?
-Siempre hay más barreras que romper. Yo pienso que me falta tiempo. Me gustaría pitar un Europeo o un Mundial masculino, aunque no sé si llegaré. Y luego, pitar la Copa de España.

-¿Cuántos años jugó a fútbol sala?
-A los 15 años empecé a jugar a fútbol hasta los 22 o 23. Estuve jugando en un equipo de categoría Nacional y en la selección valenciana. Luego me pasé al fútbol sala por jugar entre amigas. Después, me metí en el arbitraje por curiosidad. Un compañero de trabajo me pitó en un partido y empezamos a hablar. Me dijo que fuera un día a una charla. Y fui. Tenía 27 años. Empecé muy mayor. Tendría que haber empezado antes. Me arrepiento, porque no habría jugado a fútbol. Habría sido árbitro desde el principio. Es lo mejor que me ha pasado. 




Fuente: lasprovincias.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario