jueves, 9 de julio de 2015

El fútbol como medio educativo

EL fútbol tiene un papel importante que desempeñar en la sociedad." Los jugadores deben tener un sentido de responsabilidad social" (Vicente del Bosque). Cada vez son más frecuentes los partes arbitrales donde se contemplan insultos, amenazas o agresiones. Lo peor, que dichas incidencias son también habituales en el fútbol base, donde la víctima en muchas ocasiones es el árbitro, que puede contar con 16 o 17 años. Si además el árbitro es mujer, no le queda otra que aguantar la carga del machismo, tan inherente aún en este deporte. Los padres y madres juegan aquí un papel fundamental. 
Si se insulta al árbitro (figura de autoridad), el niño adolescente también lo hará, a lo mejor no en ese momento, a lo mejor no a esa figura de autoridad. Si papá o mamá ridiculiza a un compañero, se aprenderá este modo de interacción social como medio para alimentar la autoestima. Si se verbaliza que las mujeres no tienen nada que hacer en el fútbol, si el árbitro "está ciego" o es "muy malo", o un jugador es un "bulto", el niño asimilará esas actitudes, las expresará de igual modo y reaccionará conforme a ellas. Por supuesto estas expresiones son de las más suaves que se pueden oír cualquier sábado o domingo. 

El fútbol es el deporte más practicado con diferencia. Según informe del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el 2014 se registraron en Andalucía 145.195 licencias para jugadores y 4.790 clubes federados, siguiéndole el baloncesto con 53.404 licencias y 607 clubes. Este es un dato que no puede pasar desapercibido para nadie. 

El fútbol base como cualquier otro deporte de iniciación tiene una finalidad principalmente educativa y lúdica. Cuando apuntamos a nuestro hijo a una escuela de fútbol, ¿lo hacemos porque pensamos que será el próximo Messi? ¿Porque creemos que tiene talento y se podrá ganar la vida en el mundo del fútbol? ¿Lo apuntas simplemente para que realice una actividad deportiva? En cualquiera de los casos, debemos ser conscientes, que cuando "metemos" a nuestro hijo en una escuela o club, también lo estamos incorporando en un contexto educativo y social. Esto quiere decir, que no sólo adquieren los aprendizajes técnicos y tácticos, o mejoran su condición física, además se empapan de actitudes, comportamientos y valores. 

El entrenador/a o monitor/a será un ejemplo a seguir para los alumnos, quienes aprenden principalmente por imitación. Lo que haga o diga el entrenador/a lo harán ellos. Entrenadores y monitores tienen la difícil tarea de crear un clima de cooperación y cohesión entre los alumnos a través del cual aprenderán a afrontar un determinado problema, a respetar decisiones de figuras de autoridad, a tolerar las derrotas, a compartir, a ser responsables del material, a superar retos, a jugar en equipo, a implicarse, a ser humildes cuando se gana, a esforzarse para conseguir algo, a ayudar al compañero... 

Los clubes y escuelas deportivas tienen la responsabilidad de educar a sus alumnos en actitudes, comportamientos y valores que fomenten su desarrollo personal como cualquier otro contexto educativo, y las federaciones territoriales deben velar porque así sea. Es más, deben facilitar y reforzar la formación académica de sus alumnos como controlar el comportamiento de los padres en las instalaciones deportivas. ¿Cómo reaccionaríamos sin en el cine una persona se levanta y grita insultando al protagonista? Es absurdo. Las escuelas que se preocupan de esto tienen un valor añadido cara a la sociedad. 

El fútbol en niños y adolescentes es educación y diversión. Hoy en día todas las escuelas y clubes cuentan con buenos profesionales que instruyen en técnica y táctica a gran nivel, si el niño tiene talento llegará lejos. Los padres y madres tenemos la obligación moral, de buscar el mejor entorno de aprendizaje para nuestros hijos. No vale apuntarlo en una escuela o club porque esté más cerca, porque allí vayan sus amigos o porque sea de "mayor categoría", no se puede tomar esto tan a la ligera. Debemos seleccionar la escuela más coherente con las actitudes y valores con los que educamos en casa, la que nos dé mayor seguridad en la formación de aquellos aspectos de la personalidad del niño que servirán de eje para su desarrollo psicosocial. Después de todo, al margen de talento, al final lo que queda es la persona.





Fuente: Diario de Cadiz.es

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