Coves recuerda que el sábado se cumplieron 30 años de la trágica muerte del árbitro afincado en Elche Emilio Guruceta Muro
En el siniestro también murió el juez de línea
En el accidente sufrió serias heridas el exlinier ilicitano Antonio Coves Antón. Se dirigían a Pamplona para pitar el partido de Copa Osasuna-Real Madrid. «Eran las 13.30 y queríamos llegar a la capital navarra a comer con un amigo de Emilio. Cinco minutos antes paramos en una gasolinera y realizó varias carreras cortas para estirar los músculos. Íbamos a algo más de 100 por hora. Llovía y Guruceta nos había dicho que teníamos mucha suerte de que condujera él, pues, como vasco, estaba acostumbrado al agua», confesaba ayer Coves al recordar aquel fatídico día. «Aún sueño que está vivo y cuando me despierto no termino de creerme que se nos fue en un accidente».
«Éramos muy amigos, pasábamos 12 horas diarias juntos y, paradojas de la vida, yo siempre le decía que en los viajes en avión no quería ir porque tenía algo de miedo a volar. Mira por dónde nos ocurrió el accidente en carretera. A las siete salimos de mi casa en Elche, y sobre la una y media sucedió todo. Maldito viaje», reflexiona.
«Recuerdo que Emilio trató de controlar el vehículo al coger un charco, giramos varias veces sobre el eje, dimos un par de golpes en el guardarraíl de la izquierda y, finalmente, mientras gritábamos '¡nos vamos a matar!', nos estrellamos de culo contra un maldito camión que estaba estacionado en el arcén izquierdo», relata Coves.
Guruceta, que conducía el BMW 323i y Vidal, que iba en el lado derecho del asiento trasero, fallecieron en el acto, mientras que Coves, que viajaba en el asiento del copiloto, sufrió heridas de consideración, pero pudo salir por una ventana y pedir auxilio. «Inmediatamente me di cuenta de que mis dos amigos estaban muertos. A Vidal tan sólo pude verle una mano debido al estado en que quedó el coche y creo que él me salvo la vida. Iba detrás, me empujó para adelante y uno de los hierros no me cortó por medio por ello. Estuve cinco minutos mareado, luego salí del coche y pedí socorro».
Recuerda que paró un matrimonio catalán y, seguidamente «me volví a marear y me llevaron primero a un centro de salud de Fraga y luego al hospital de Lleida. Ahí me enteré de que el partido se iba a jugar y que lo pitaba Pes Pérez. Años después me pidió perdón por dirigir aquel encuentro que nunca se debió jugar con dos compañeros muertos».
Antonio Coves no duda en afirmar que Emilio Guruceta «ha sido el mejor árbitro que ha tenido el fútbol español. Dentro de un campo se dejaba llevar por la intuición. No le hacían falta reglamentos. Lo suyo era algo innato. Rompió el molde del árbitro con barriga y mal preparado que dirigía partidos en aquella época. Él corría más que los jugadores porque se preparaba a diario y a conciencia. Innovador total. Dialogaba con todo el mundo, algo imposible en aquellos tiempos con los árbitros en los que predominaba el ordeno y mando. Físicamente era un portento. Incluso tuvo algún problema de corazón y siguió pitando. Siempre decía que iba a morir joven y que cuidara de su familia si ocurría algo».
El colegiado vasco, nacido en San Sebastián, instalado en la provincia y adscrito al colegio murciano, llegó a Alicante precedido de fama internacional y con la etiqueta que le distinguía como uno de los mejores colegiados del país. Atrás quedaba aquella recordada actuación en un Barcelona-Real Madrid de Copa del Generalísimo disputado en el Camp Nou en junio de 1970, donde castigó a los azulgrana con un penalti inexistente cometido por Rifé sobre Velázquez, cuya falta tuvo lugar un metro fuera del área. Durante 14 años no pudo pitar al Barça.
Fuente: diarioinformacion.com
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