lunes, 10 de julio de 2017

Colegiados guipuzcoanos reflexionan sobre la violencia que sufren los árbitros en el fútbol

Reportaje a tres jóvenes árbitros vascos, Julen Escalero, Eneko Lorán y Ander Martiarena, tres colegiados con amplia experiencia en las distintas categorías del fútbol guipuzcoano.




Una entrevista donde analizan la violencia en el fútbol. Loran es el más veterano de los tres. Tiene 31 años y comenzó con 19, Martiarena, de 19 años, lleva siete ya arbitrando, y Escalero, de 22, comenzó con 15 años y pese a su juventud, ha cubierto su primer año en Tercera.

''A nosotros nos pagan por arbitrar, no para que nos peguen'', reivindica Lorán.
«Cuanto menos nivel tenga el torneo, mayor es el riesgo de que el árbitro sufra algún incidente».

Los tres transmiten el «punto de locura» que les condujo al arbitraje animados por algún amigo que ya era árbitro. «Todos empezamos así, y te engancha». Los tres pasaron por ese momento en el que anunciar 'ama, quiero ser árbitro'. «Estás como una cabra», suele ser la primera reacción. Luego viene el capote. «Los de casa son los primeros que te apoyan, aunque mi madre cuando va a verme lo pasa fatal», explica Escalero, lo que comparten sus compañeros.

Conforme se abre el círculo, de la familia a los amigos, a los conocidos... y hasta llegar a los espectadores, crece la desprotección. «En el campo te sientes como el objeto de todas las iras», afirman. «A veces me pregunto cómo hay gente que va al fútbol, si se pasa el partido insultado y criticando. Si lo pasa tan mal, que vaya a otro sitio», propone Escalero. «Deberían ser los clubes los que expulsaran del campo a esa gente, en lugar de dejar esa responsabilidad al árbitro», agrega Lorán, que ya se ha visto en la obligación de suspender algún partido. «Alguna patada o pisotón ya me he llevado».
Escalero no olvida aquel partido de la Donosti Cup en el que se vio en el suelo rodeado de jugadores con cara de pocos amigos. «Me levantó del suelo y me sacó de ahí un entrenador». Otra vez llamó a la Ertzaintza ante las amenazas y escupitajos sufridos. Martiarena, más joven, ha vivido la violencia sobre todo «como asistente. Como es el que más cerca está de la grada, a menudo se lleva la ira del público hacia el árbitro».

Para estar preparados, «solemos informarnos de los equipos que vamos a arbitrar», pero siempre deben sacar una cualidad «fundamental» cuando se visten de corto, «carácter. En un partido debes tener mucho temple. Hay que mediar con 22 jugadores, los entrenadores, los delegados, el público...».
Pero, también, con la inmediatez. «Un árbitro siempre quiere acertar», consideran. Pero «además de hacer las cosas bien, hay que tener suerte, porque las decisiones son inmediatas. Y la gente debe entender que, como todos, nos podemos equivocar». En este sentido, ven «interesante» el videoarbitraje (VAR), pero «no pueden pasar cinco minutos hasta tomar una decisión», como sucedió en la Copa Confederaciones.

Al final, en la convivencia del árbitro con el fútbol, piden «respeto. Si el delantero falla un gol, el público reacciona y le apoya. ¿Por qué no pasa lo mismo con el árbitro?». Escalero va más allá. «Todos los que integramos el fútbol, aficionados incluidos, debemos combatir la violencia con respeto y empatía hacia el árbitro. Falta eso, empatía».



Fuente: Diariovasco.com

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