Es una de las preguntas más fáciles y
a la vez más difíciles de contestar. Me la solían hacer mis hijos
cada fin de semana, cuando me veían preparar la mochila de arbitrar
y salir de casa fin de semana sí y fin de semana también.
Reconozco que muchos días se hacía
muy duro escuchar esas palabras, pero poco a poco, se fueron
acostumbrando a ello y el sentimiento de responsabilidad y compromiso
eran más fuertes que el posible cargo de conciencia por dejarles
allí.
La época más dura fue en el verano
2006. Había sido papá hacía unos meses y además me comunicaron el
descenso de categoría de 1ª a 2ª División. Fue un palo muy duro y
marcó un punto de inflexión en mi carrera y en mi vida, donde
estuve a punto de dejarlo todo y cambiar de rumbo, pero al final,
reflexioné, recibí el apoyo de mucha gente y como el arbitraje es
algo que también te engancha, saqué las fuerzas necesarias para
continuar y el esfuerzo tuvo su recompensa antes de lo esperado, ya
que la temporada siguiente regresé a 1ª División.
Desde entonces he tenido la suerte de
asentarme en la categoría plenamente y dirigir partidos muy
importantes (Finales Liga, Final Copa del Rey, Copa de España), con
los que soñabas cuando empezabas a pitar partidos de base o ligas
locales.
El arbitraje no son solo las 2 horas de
1 partido al fin de semana e irte a casa. Detrás de todo ello, hay
mucho más trabajo y dedicación. Horas de preparación física, ver
los partidos en directo que puedas o cortes de vídeo para intentar
corregir posibles errores. Y luego, aunque seas árbitro de 1ª
División y pites partidos a nivel nacional, tú perteneces a tu
territorial y los fines de semana que no tienes partido de tu
categoría, estás a disposición de tu Comité para dirigir otros
partidos desde categoría base hasta Tercera División, así como
partidos de cualquier categoría Femenina.
Desde mi experiencia personal, tengo
claro que estoy muy orgulloso de la decisión que tomé hace ya 27
años, ya que el ser árbitro me ha generado unos valores muy
importantes, tanto a nivel personal como profesional, tales como el
compromiso, responsabilidad, sacrificio, humildad y justicia.
Volvería a hacerlo de nuevo y no me importaría que mis 2 hijos
siguieran mis pasos.
Y por último, a todos los valores
anteriores, le falta uno al que le doy una gran importancia. Se trata
de la pasión y ganas por hacer lo que haces. Tienes que disfrutar
con ello. Lo peor que hay es ver a un árbitro apático y totalmente
fuera del partido. Todos tenemos días buenos y malos, pero hay que
tener una mínima predisposición para que todo salga lo mejor
posible.
Con todos aquellos valores, más la
pasión, el éxito está prácticamente garantizado, entendiendo el
éxito, no como pitar en una categoría o en otra, sino el conseguir
el respeto y la confianza de jugadores, técnicos, directivos,
espectadores…, que es lo más difícil de conseguir, pero a la vez
lo más satisfactorio y lo mejor que te podrás llevar contigo cuando
llegue el final de tu carrera.
Fuente: Carlos Munez / @ikmaluca
No puedo decirte más que, ya sabes, un placer haberte conocido, par muchos años juntos y en todas las categorías que hay en fútbol sala. Y, lo mejor, contar con tu amistad. Un abrazo grande. Javier Ponce
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