Carlos
Velasco Carballo fue premiado con el Silbato de Oro 2009 que otorga el
Comité Nacional de Árbitros. Sin embargo, los aciertos de los árbitros
suelen pasar desapercibidos, mientras cada error es condenado por los
aficionados y disecado por los medios de comunicación. Pese a todo,
Carlos Velasco Carballo se confiesa un apasionado de su profesión.
¿Cómo tomó la decisión de ser árbitro?
Soy un
apasionado del fútbol, incluso hoy todavía tengo esas ganas de tirar el
silbato y ponerme a jugar cuando salto al campo. Es más, a veces durante
el partido te dan ganas de lanzar una falta o pedir la pelota. Me veo
todos los partidos que te puedas imaginar, y lo que no puedo ver me lo
grabo. Un amigo, Antonio Rubinos Pérez, que arbitró en primera división,
era mi vecino de barrio. Jugábamos a fútbol y baloncesto, y un día me
propuso meterme a árbitro. Al principio no quise, pero me insistió en
que me acercara al colegio nacional de árbitros para valorarlo mejor. Yo
me esperaba a ver a todos vestidos de negro, sentados y con cara de
mala leche (risas). Nada más lejos de la realidad. Era gente muy normal,
de 16 años, que jugaba a las cartas, al futbolín, y que hablaba mucho
de fútbol. Entonces empecé a entrenar y me sorprendió tener que ir al
gimnasio. Yo pensaba que los árbitros sólo pitaban faltas y reñían a los
jugadores. Me di cuenta que los árbitros hacían mucho deporte y
viajaban. De hecho, en la ciudad deportiva de las Rozas entreno y
coincido con muchos jugadores. Te ven como un deportista más.
¿Le influyen el contexto y el tipo de partido para poner el listón de las tarjetas?
La
temperatura del partido es fundamental para saber, no donde pones el
listón de la propia tarjeta, sino el de la propia falta. Cuando un
partido transcurre con deportividad, con buen ambiente, permites más los
pequeños contactos, dejas fluir el juego, y cuando ves que la
temperatura del partido se eleva, con entradas más duras y los jugadores
enzarzándose en pequeñas disputas, pues la función del árbitro es
prevenir que no vaya a más, tirando de la cuerda. Lo asimilamos con lo
que sería dominar un caballo: a veces dejas las riendas más sueltas,
otras más cortas. Hay partidos que de por sí te hacen tirar más la
cuerda: un derbi, o un partido con antecedentes en el partido de la
primera vuelta: El árbitro debe de conocer todo eso para que no ocurra
nada raro. Otra cosa es que desde el primer minuto la cosa vaya
tranquila y normal, entonces perfecto, a jugar y que el caballo galope.
¿Es partidario de dialogar con los jugadores durante un partido o de mantener la distancia como un juez?
Es una
mezcla de las dos cosas, porque no todos los momentos ni los jugadores
son iguales. Hay momentos en los que el árbitro debe dialogar, porque
con esa palabra o ese pequeño gesto de cariño y de comprensión, te ganas
al jugador que te ve cercano y puedes evitar un problema posterior. Si
ves que un jugador está protestando continuamente y detectas que está
muy nervioso y fuera de sí, es que no está receptivo en ese momento
porque no te va a escuchar. Lo único que entiende es que le acaban de
dar una patada que no viste, que le duele y no se ha pitado la falta.
Hay muy pocas cosas que le puedas decir y que vaya a aceptar, entonces
es mejor no dialogar con él, porque lo acabarás amonestando o
expulsando. Es muy importante que un árbitro sepa distinguir cuando es
bueno dialogar o no.
¿Influyen en la preparación de los partidos las características de cada jugador?
En el
campo, cuando tomas una decisión, no te da tiempo a pensar si un jugador
es piscinero o no. Más que eso, lo que influye es lo que afecta a mi
trabajo, como por ejemplo si un equipo tiene un delantero boya, como
Llorente, que fija mucho la defensa contraria, o si un defensa central
influye mucho en el juego jugando balones largos o pases en corto.
Tienes que estar preparado para que no te pille a 50 metros de la
jugada. Otros jugadores están siempre al límite del fuera de juego,
incluso algunos siempre en fuera de juego para dar un paso atrás en el
último momento.
¿Se echa de menos que los jugadores ayuden un poco más, simulando y protestando menos?
Depende
de los países. Pensando sólo en España, ellos tratan de sacar su máximo
beneficio y a veces no piensan que eso supone el engaño. Creo que es
intrínseco a la naturaleza humana y al carácter latino. Pero en los
últimos años ha ido mejorando. Incluso diría que el comportamiento de
los jugadores hacía los árbitros es cada vez mejor. Me siento a gusto
con los jugadores. En la previa del partido coincidimos cuando estamos
viendo el estado del césped, incluso después del partido en los
vestuarios: hablamos de nuestros partidos, de nuestras lesiones, de los
viajes… Nos unen muchas cosas.
¿En los descansos se comentan jugadas de la primera parte con jugadores y entrenadores?
A veces
buscan intentar decirte que no viste una falta o un fuera de juego. Ahí
cortas la conversación en seguida, porque lo que buscan es
condicionarte. Además, la mayoría de las veces, cuando ves el vídeo
después del partido, se comprueba que las reclamaciones eran infundadas.
¿Le felicitaron alguna vez por una buena actuación?
Muchas
veces. Afortunadamente, ocurre tanto en el terreno de juego como fuera.
Incluso me pasó que tras un partido internacional, jugadores me
felicitaran antes de un partido. Incluso durante un partido, hay
jugadores que te animan porque ven que aciertas y das la cara. La gente
se sorprendería de la buena relación que existe entre los futbolistas y
los árbitros, porque nos unen muchísimas cosas.
Entonces no es una profesión ingrata…
Para
nada. Ser árbitro en Primera división es un privilegio. Somos
deportistas que vivimos gracias al deporte y participamos en una
competición maravillosa. Puede ser ingrato para los compañeros de
regional, que no tienen ni compensación económica para llenarles.
¿Alguna vez pidió disculpas a un jugador o a un club por un error?
Disculpas
no, porque el error del árbitro forma parte del fútbol, igual que el
error del delantero. ¿En qué mi error es diferente al del futbolista? Un
jugador no sale en rueda de prensa para pedir perdón por haber fallado
un gol o tres pases fáciles. Tampoco ningún jugador me recuerda antes de
un partido un error que cometí dos meses atrás. Sería como si yo le
recordara un penalti fallado por él. Otra cosa es un comentario que
pueda surgir en una conversación informal, de manera muy normal y
distendida. Tenemos la imagen de que no reconocemos nuestros errores,
pero no es así. Veo mis partidos dos o tres días después y evidentemente
reconozco mis errores, ¿cómo no los voy a reconocer? Veo los errores y
trabajo para no volver cometerlos.
¿Implantaría el uso del vídeo para arbitrar?
Yo
siempre reto a que me expliquen para qué. Estoy a favor del uso de la
tecnología, pero hasta cierto punto. Sólo veo como situación aplicable
la del gol o no gol. Quitando eso, ¿dónde metemos el vídeo? En los
penaltis? La mayoría de los penaltis no son blanco o negro. En el fútbol
profesional, los penaltis no son tan claros como en el amateur. Está
todo muy disimulado: el que lo hace lo disimula mucho y el que lo recibe
lo exagera. Lo mismo pasa con las manos dentro del área: intencionada o
no, brazo despegado, la gente no se poner de acuerdo. Hay muy pocos
penaltis clarísimos que no se pitan. El vídeo sólo aportaría más
discusión. Las jugadas que más deciden los partidos son los fueras de
juego. El fuera de juego es una situación tan viva, que no permite parar
el juego. Tendríamos que dejar seguir todas las jugadas, y eso es
inviable.
¿En qué consisten los entrenamientos de un árbitro?
Hay tres
partes: la física, la técnica y la psicológica. En la parte física
tenemos un plan de entrenamiento fijado por nuestro preparador físico.
Básicamente hago tres cosas: la prevención de lesiones y la fuerza de
tren superior por la mañana, resistencia y velocidad por la tarde.
También trabajo en el gimnasio la potencia, el tren inferior, dos veces a
la semana.
La parte
técnica la trabajo revisando el partido que acabo de arbitrar: lo veo y
anoto todas las situaciones de fuera de juego, tanto señaladas como no,
todas las tarjetas sacadas o no, las situaciones área… Después de verlo
todo, hago clips de vídeo de todas las situaciones y los vemos con mis
asistentes. El siguiente paso es ver el último partido que el local jugó
en casa y el último que el visitante jugó fuera. Me gusta hacerlo así
porque los equipos cambian de comportamiento fuera de casa. Se ve si el
portero juega el balón en largo o en corto, si hay un especialista para
tirar las faltas, si cuelgan muchos balones al área, etc… Eso ayuda
mucho para la ubicación en el terreno de juego: hay varios equipos, por
ejemplo, que nunca hacen el saque de portería en largo, otros que casi
siempre realizan saques de esquina en corto, etc… En el apartado mental,
hay una persona que nos ayuda a nivel psicológico mediante charlas en
las concentraciones, y también tenemos un material que vamos revisando.
¿La preparación es personal o es una cosa formateada?
El
preparador físico oficial del comité nacional de árbitros manda planes
de trabajo a todos los colegiados, adaptándolo al momento de la
temporada y a circunstancias personales. Luego hay personas que en su
propia ciudad tienen un preparador físico con el que llevan trabajando
los últimos quince años y modifican ese plan y lo adaptan a sus
condiciones. Yo tengo que la suerte de vivir en Madrid y de tener al
preparador físico en mi ciudad. Nadie te dice cuando tienes que
entrenar, pero tenemos un control físico cada dos meses.
Aparte de jugar a la Quiniela, ¿hay actividades prohibidas para los árbitros?
No puedes
pertenecer ni ser socio de ningún club, ni siquiera ser socio de un
club que tenga una sección de fútbol. Tampoco podemos pertenecer a
ningún medio de comunicación. Lo demás no son prohibiciones taxativas
sino lógicas en un deportista: no voy a esquiar, trato de practicar
deportes que no sean de riesgo.
¿Cómo se designan los árbitros asistentes?
Al
comenzar la temporada, eliges tú. Cuando varios árbitros quieren a los
mismos asistentes, nos reunimos y nos ponemos de acuerdo. Si no hubiera
acuerdo, cosa que nunca sucedió, decidiría el comité nacional de
árbitros. El asistente no decide con quién va. Por ejemplo, mi asistente
lleva conmigo 12 años y hay muchos casos así.
¿El árbitro asistente nunca decide?
Está muy
reglamentado, y como su nombre indica, tanto los jueces de línea como el
cuarto árbitro pasan información, pero decide el árbitro. Eso sí, si
por casualidad, no veo bien una jugada, sumo la opinión del compañero y
decido.
¿Se fijaba en algún árbitro en especial?
Del
arbitraje que conocí, el que más me ha gustado y he imitado es a Luis
Medina Cantalejo. Me gustaba mucho su estética arbitral, hasta tengo
vídeos de él e imitó algunos gestos suyos. Por ejemplo, tenía un gesto
muy característico para evitar que los futbolistas se acercaran a él,
extendiendo el brazo. Imponía un respeto, como diciendo “hasta aquí,
ésta barrera no la pases”.
¿Tiene manías?
Antes
tenía muchas, y las fui quitando casi todas. Ahora sólo tengo una: que
cuando entro al vestuario, mi ropa esté siempre en la percha más a la
derecha que hay en el vestuario.
¿La Champions también es especial para los árbitros?
Absolutamente.
El ambiente, la organización excelente… En la competición doméstica,
tenemos que pelearnos para que los futbolistas salgan puntuales al túnel
de vestuarios y que el partido empiece a la hora. En la Champions, si a
los jugadores les dicen de estar a las 20:40 en el túnel de vestuarios,
están a las 20:39. Ves una organización muy meticulosa, que no tiene
nada que ver con el resto. A todo esto añádele que están los mejores
equipos de cada país, así como el propio himno de la Champions, que te
da un subidón de adrenalina precioso.
¿Se tarda más en sacar la primera tarjeta en un partido Champions?
Es una
percepción más del reciente pasado que del presente. En los últimos dos
años, no es la tendencia. Es cierto que en años anteriores se notaba
alguna diferencia y quizás se era menos estricto en la Champions que en
la Liga. Además, ahora la media de tarjetas en partidos de Champions lo
indica. Incluso la media de tarjetas rojas en la segunda jornada de
Champions era superior a la de cualquier jornada de liga.
¿A qué se debía esa tendencia?
El
arbitraje varía según los países, igual que los estilos de fútbol. Lo
que me gusta es que la gente en España, sin saberlo, nos reconoce una
valía. El público español está acostumbrado a que se saque tarjeta
amarilla cuando un jugador agarra a otro o cuando para el balón con la
mano.
¿Qué es lo que marca la diferencia entre un gran árbitro y los demás?
La
capacidad de tomar las decisiones con la mente fría. Delante de una
televisión, todos arbitraríamos un partido de manera perfecta. Lo ves
tranquilo, lo piensas… El árbitro que es capaz de pensar en el terreno
de juego, en los momentos más críticos, es el que marca la diferencia.
Ahí está la dificultad: cuando un partido está en una fase complicada,
el árbitro tiene que saber si está dejando demasiado jugar o si por el
contrario está crispando más el ambiente cortando demasiado el juego.
Cuando notas que te equivocaste en pleno partido, ¿cómo haces para volver a centrarte?
Esa es
otra característica de un buen árbitro: que no te influyan los errores.
Pero un árbitro que llega a primera división en España, tiene eso
superado. Tu único pensamiento es no volver a equivocarte. Lo de la
compensación es una cosa más de periodistas. Cuando un futbolista falla
un penalti, no está pensando en qué puede hacer para compensar su error,
sólo intenta no cometer más errores. Compensar sería cometer dos
errores en lugar de uno.
¿Se sienten valorados por la afición?
Hay una
diferencia entre lo que opina el aficionado en caliente y cuando le
ponen un micrófono delante. Se debe a que cuando viene un árbitro de
otro país, nos echan de menos. Aunque no lo reconozcan públicamente,
valoran la calidad de los árbitros españoles. De hecho, en todas partes
del mundo, quieren a árbitros españoles. A nosotros nos llaman para
pitar partidos importantes de otras ligas. Pité un Steaua de
Bucarest-Dinamo de Bucarest, por ejemplo. Es muy frecuente que piten
árbitros españoles en competiciones de otros países como Túnez, Rumanía o
Rusia. Aquí sería impensable que un árbitro inglés pitara un Real
Madrid-Barcelona. Por algo será si nos solicitan fuera de España.
Fuente: Offsidemag,Cetara